jueves, 17 de septiembre de 2009

Redención cristiana

Pepcastelló

Cada día me llega un nuevo motivo para no confiar en la capacidad redentora del cristianismo. Y no porque no crea que la tenga sino porque estoy firmemente convencido de que no la va a ejercer. Se adueñaron de su espíritu redentor las fuerzas del poder en los siglos III y IV y ya no le dejaron levantar cabeza ni se la van a dejar levantar. Un día me lo recuerda el apoyo del cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga a los golpistas hondureños, que a su vez me trae a la memoria el soporte que anteriormente dieron durante años las jerarquías eclesiásticas católicas a los criminales regímenes dictatoriales de América Latina y de otros sitios del mundo como éste mismo desde el cual escribo. Otro día son las medias tintas de las mentes católicas que difieren de la jerarquía vaticana y se reúnen en congreso teológico para repetir lo que ya sabemos y lanzar a la población creyente un mensaje aguado y blando que no sirve sino para dejar constancia de su propia existencia. Otro, las páginas web religiosas supuestamente de avanzada, dispuestas a decir solamente las verdades que no van a incomodar al público católico que las lee...

Posiblemente el cristianismo no sea la más profunda de las tradiciones de sabiduría que se han dado en la historia de los pueblos, pero es la que se ha implantado con más fuerza en occidente, ya que contó con el empuje del Imperio Romano y de cuantos poderes terrenales le sucedieron a lo largo de los siglos. Y esa fuerza que adquirió indignamente, bien pudiera servirle ahora para redimirse a sí mismo si la aplicara en beneficio de la humanidad.

Se me ocurre que podría empezar redimiendo a la Iglesia Católica Romana, la mayor de las iglesias cristianas, la cual, siguiendo las enseñanzas del evangelio podría prescindir de sus bienes suntuarios e invertir ese dinero en beneficio de los más pobres. Luego, continuando su proceso de redención, podría ponerse al lado de quienes están luchando por un mundo más justo, en vez de seguir al lado de quienes lo hacen más injusto. Ese ya sería un buen principio de redención cristiana, pues como alguien dijo muy acertadamente, si las buenas personas católicas actuasen cristianamente, millones de gentes se convertirían en cristianas.

Pero no va a ser fácil. Quienes manejan los hilos de esa Santa Madre Iglesia no están dispuestos a mover un solo dedo para modificar nada. Al contrario, que se empecinan en seguir con su catolicismo cultista y esa espiritualidad solipsista y egocentrada que de nada le sirve a un mundo cada día más extraviado. Aferrados a sus dogmas y a sus “verdades de fe”, seguirán esperando, sin duda, a que el «Cordero de Dios que quita los pecados del mundo» redima con su Divina Sangre a quienes en él creen y les depare un lugar en lo alto del cielo, al cual accederán al son de las trompetas del Juicio Final. Entretanto eso no llegue, seguirán arrimándose a los gobiernos conservadores, reclamándoles prebendas y privilegios para su Iglesia, que es lo que siempre han hecho.

No quiero decir con esto que en el mundo cristiano no haya personas estimables ni que el cristianismo no sea camino de redención humana. Muestras las tenemos en abundancia en las personas que llevadas por su fe se han jugado y se juegan el todo por el todo en una lucha desigual con las fuerzas opresoras en America Latina y en tantos otros sitios del planeta Tierra. La pena es que ellas, a sabiendas o no, lavan la cara de la Iglesia y colaboran con ello a sustentar esa estructura clerical que tan lamentables acontecimientos ha protagonizado y protagoniza. Pero dejando ahora eso, que no es el tema, lo que digo es que no me parece digno de crédito ese cristianismo acomodaticio, catequético, que no cuestiona lo que esa catequesis dice que tiene que creer y hacer ni la valía humana de quienes se lo dicen. Porque ese creer sin pensar, sin cuestionar para nada lo que se cree ni a quienes lo predican, es lo que lleva a la mayor parte de la población creyente a vivir con la misma inconsciencia que vive la mayor parte de la no creyente en esta opulenta y feliz civilización occidental cristiana. Y así, Dios por un lado y la vida cotidiana por el otro, creyentes y no creyentes se tragan irresponsablemente las patrañas que los líderes político-económicos les soplan continuamente al oído a través de los medios de comunicación de masas de que disponen y contribuyen así a convertir el mundo en un infierno.

¡Qué poco sirve a la Humanidad de hoy día, deseosa de conocimiento y necesitada de valores claros por los que apostar, un cristianismo de esta guisa, pusilánime, hipócrita y acomodado, que no se atreve a afrontar su propia realidad y sigue escondiendo debajo de la alfombra la basura acumulada a lo largo de diez y seis siglos! Servirá talvez a quienes haciendo mundo aparte les baste su vida interior y no quieran afrontar en absoluto la realidad humana, pero eso ya se ha visto que no redime a nadie ni cambia nada.

El mundo se nos viene abajo por segundos y no se ve brillar por parte alguna la redención cristiana. Las voces que se alzan hoy anunciando apocalipsis y clamando en pro de la justicia no son mayoritariamente religiosas sino profanas. ¿Será que el Espíritu traspuso ya la religión y se hizo finalmente carne humana?

Pepcastelló

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